Si bien la figura de un líder parece imprescindible bajo cualquier esquema de trabajo que implique cumplir un objetivo, dentro de las organizaciones esta posición empieza a mimetizarse.

Las distancias entre las jerarquías organizacionales se acortan, lo que ocasiona que la figura predominante en el entorno laboral sean los equipos. El líder es quien reconocido por su trabajo y desempeño motiva al resto hacia el logro de un objetivo, no quien por criterio de un tercero se impone para dar órdenes.

Bajo este esquema de trabajo que se adopta cada vez con mayor aceptación en las organizaciones, la productividad se ve claramente favorecida. Cada elemento es guiado para que encuentre las actividades en las que mejor se desempeña y de esta forma las vuelva clave para su desarrollo profesional y por ende, para el de la empresa.

Una forma de incentivar y aumentar el trabajo efectivo en equipo es ofrecer las herramientas para que el logro de resultados sea más rápido. Con tecnología y capacitación, el intercambio de datos en toda dirección es constante, lo que permite que los equipos de trabajo (además de interdisciplinarios) puedan compartir información al momento desde cualquier punto geográfico.

Los objetivos, los avances, los reportes, todas las actividades dentro de la organización empezarán a generarse de forma autónoma pues cada quién sabrá qué hacer y en qué momento, mientras el líder será una figura motivacional más que autoritaria.

¿Qué quieres para tu empresa? Aún estás a tiempo de cambiar tu esquema de trabajo y reestructurar las actividades para empezar a medir la productividad de tus colaboradores en resultados y no en horas laborales.